Lindaura Anzoátegui Campero de Campero

CRONOLOGIA

LINDAURA ANZOÁTEGUI DE CAMPERO

Del libro POETAS TARIJEÑOS, Heriberto Trigo Paz

Hija de don Manuel Anzoátegui y María Calixta Campero de Barragán, hija de don Juan José Feliciano Fernández Campero Martiarena y Uriondo, último marqués de Tojo.

Fijando la vista en el retrato de Lindaura Anzoátegui de Campero, encontramos un rostro que revela un alma conmovida, con gesto casi imperceptible de dolor…
Sus ojos son como los de las vírgenes de Oriente que pintó el arte bizantino.
Por aquellos ojos parece asomar el amor, la bondad, la tristeza, el espíritu mismo… Son ojos de mirar anhelante, que anticipan lo que su dueña y señora volcará en los versos: intimidad, sinceridad, pasión. ..
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Ya conocemos «las fuentes del río de la sangre” de esta poetisa, sus antepasados.
Nacida en el valle de Tojo (*Cantón de la provincia Avilés, departamento de Tarija) el 31 de marzo de 1846, Lindaura Anzoátegui vivió en aquel paraje, con sus padres, hasta alcanzar la edad escolar. Luego, trasladóse, con su familia, a la ciudad de Sucre.
A poco quedó huérfana. Apenas si habla cumplido 16 años de edad. Duro trance y amarga realidad. Su hermana Adelaida, esposa de don Pedro José Zilveti, acogióla con singular cariño en el seno de su hogar, y en él vivió hasta su matrimonio con el general Campero.
Sucre era la ciudad ideal para el alma de Lindaura Anzoátegui. Capital de la república, centro de múltiples actividades humanas, gozaba de una época de auge. En lo social, parecía — decir de Prudencio Bustillos— “como un Versalles diminuto, sin pelucas empolvadas ni calzón corto, de tradición española y ambiciones y modales corteses”. AIII estaban las figuras más sobrelientes de las artes y las letras nacionales. Ateneos, sociedades literarias, peñas de artistas y escritores, alimentaban las manifestaciones culturales. El “Centro de Lectura” era uno de esos asideros de inquietudes intelectuales, y su alma estaba encarnada en Lindaura Anzoátegui.
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Para explicar y comprender mejor la vida y la obra de esta poetisa tarijeña, hay que ayudarse con otras referencias.
Una de ellas atañe a sus relaciones con el general Narciso Campero, su esposo, su “amado esposo”….
Don Narciso fue tío segundo de doña Lindaura. Hijo de don Felipe Campero, hermano éste del cuarto marqués, don Juan José Feliciano, y de doña Florencia Leyes, nació en la hacienda de Tojo, el 28 de octubre de 1813.
Casáronse, don Narciso y doña Lindaura, en la ciudad de Sucre, el 24 de junio 1872. El tenia 59 anos y ella sólo 26. A la sazón, Campero ejercía las funciones de Ministro de la Guerra, que dejó luego (julio de 1872), pasando a ocupar el cargo de ¡\\inistro Plenipotenciario de Bolivia ante los gobiernos de Francia, Inglaterra e Italia.
El viaje a Europa fue provechoso para la formación cultural de la poetisa. Pudo leer en su lengua de origen a los clásicos franceses, ingleses e italianos, y traducir al idioma español poemas inmortales. Don Narciso, que ya había estado en el viejo mundo de 1845 a 1854, y poseía amplia cultura humanística, fue magnifico guía espiritual para su consorte.
De regreso en la patria, el general recogióse a la vida privada, hasta que el presidente Frías pidió le ocupar la prefectura de Potosí. Alli sorprendióle el golpe del 4 de mayo de 1876, que llevó al poder a Hilariól1 Daza. Campero fue encarcelado por más de 3 meses. Recobrada su libertad, volvió al retiro del hogar. Desencadenada la Guerra del Pacífico, don Narciso Campero olvidó agravios y dirigióse al gobierno nacional: “Pido —dijo —se me conceda el derecho de defender a mi patria, como soldado”. Daza le encomendó organizar la Quinta División del Ejército, a cuya cabeza el descendiente de los marqueses del valle de Tojo marchó al campo de operaciones militares. Es en ese instante que doña Lindaura escribió su extraordinario poema, recogido en este volumen, intitulado Bolivia, y que está dedicado a su noble compañero.
Ante el desastre de la Guerra, los pueblos de Bolivia llevaron la mirada al intachable militar Narciso Campero, y le ungieron presidente de la república, con carácter provisional el 17 de enero de 1880 y constitucionalmente el 19 de julio del mismo año. “Con la firmeza y la consagración” —como él mismo proclamó— que demandaban las circunstancias, el gran tarijeño cumplió su deber de gobernante.
Y no olvidemos, en estas referencias, que Narciso Campero —militar, hombre de leyes, ingeniero— también incursionó por el campo de las letras. Fundó y dirigió periódicos en Bolivia, colaboró en revistas nacionales y extranjeras y dejó publicados libros y folletos de carácter diverso.
Doña Lindaura estaba consciente de que era la esposa de ese hombre histórico. En los tiempos de paz o de guerra, en las jornadas de gloria o de desastre amó con gran pasión a su cónyuge y supo acompañarle dignamente y honrarle. Don Narciso también amaba a su mujer, y hasta dejó testimonio de su admiración por ella. Encontrábanse correspondidos. Se merecían. Y siendo así, ambos supieron gozar de destellos de felicidad.
El uno para el otro fueron todo lo que pueden ser material y espiritualmente dos esposos ejemplares.
El 11 de agosto de 1896 murió, en la ciudad de Sucre, el general Narciso Campero. Había cumplido 83 años. A su lado estuvo su abnegada esposa, amándole siempre, prodigándole cariños y cuidados, hasta el último instante. Mujer de entereza, doña Lindaura trató de sobreponerse a su dolor. Además, quedaban los hijos, consuelo y prolongación de la vida de los padres.
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Bajo el ala tutelar de lecturas selectas, Lindaura Anzoátegui sintióse, en plena adolescencia, requerida a volcar sus emociones Intelectuales en blancas cuartillas de papel. Y escribió en prosa y en verso, pero sin publicar nada, hasta etapas ulteriores, que corresponden a su madurez; y aún entonces, hízolo sólo a instancias de amigos, ocultando su nombre bajo seudónimo: “Tres Estrellas”, “El Novel”…
Desde un primer instante, y por siempre, doña Lindaura manifestó acusada tendencia al tema histórico americano. Una y otra vez penetró en él, con bruñido estilete. Así en sus novelas o en sus poemas. Verdad que también escribió poesía sentimental, pero ésta es la menos, y no alcanza, ni se asoma, a su otra producción en verso.
En todo caso, vale la pena dejar bien claro que .»en su obra literaria Lindaura Anzoátegui puso el sello de su propia feminidad. Con palabras de Rilke podría decirse que ante ella no hay ”nada que haga pensar ni en complemento ni en límite, sino en vida y en ser: el Humano Femenino”.
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Como novelista, Lindaura Anzoátegui demostró habilidad narrativa y usó lenguaje lírico. Se inició escribiendo algunos cuentos, y dio vida a cinco novelas: Una mujer nerviosa, Cuidado con los celos, Cómo se vive en mi pueblo, Huallparrimachi y En el año de 1815.
Las dos primeras tienen la universalidad de ambiente, caracteres, personajes, etc.
Cómo se vive en mi pueblo es la novela boliviana típica, dedicada a describir las costumbres del país, hecho que hay que destacar porque, entre otros méritos, esta obra tiene el de iniciar la literatura costumbrista en Bolivia, sin desconocer ni disminuir el valor de “Juan de la Rosa”, de Nataniel Aguirre.
El 25 de junio de 1898, en su casa de la calle de San Felipe, en la ciudad de Sucre, apagóse la llama vital de la noble y gran tarijeña.

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