Alfredo Flores Suárez Arana

CRITICA LITERARIA
Por Fernando Diez de Medina

Alfredo Flores, costumbrista cruceño, describe el mundo inédito de las llanuras orientales. En Quietud de pueblo y en Desierto verde, pequeños libros de linaje azoriano, plantea el drama contenido, el profundo lirismo, ese algo extático y patético que fluye del oriente adormecido, cien años atrás del vértigo mecánico. La virgen de las siete calles, buena novela regional, donde tipos y costumbres están captados con perfil maestro, revela en Flores a un narrador bien calibrado. Ha compuesto también trabajos de crítica pictórica y ensayos estimables.
Literatura Boliviana año 1982

EL ESCRITOR EN LA MEMORIA DE SU VIUDA

La Municipalidad (de Santa Cruz de la Sierra, Bolivia) declaró a 1997, “Año del centenario del nacimiento de Alfredo Flores”, en reconocimiento a su obra literaria que contiene la imagen espiritual y la dimensión cultural del ser cruceño; y que refleja con calidad estética el carácter y la idiosincrasia del hombre de los llanos y la belleza telúrica regional.
Por Freddy Oviedo Quiroz

El escritor, ya vestido con el traje diplomático de rigor, está conversando con el Papa Juan Pablo VI o departiendo con sus amigos intelectuales; ya con ropa corriente, en un viajes por Roma, está junto a su familia. Las fotos transitan de la mesa a la mano de la señora Cristina y viceversa. “Era una persona muy humana, con muchas cualidades y algunos defectos; un admirable hombre que se ganaba el cariño de todos por su disciplina y rectitud”, dice la viuda de Alfredo Flores.
En un pequeño patio, lleno de flores, al fondo de la casa, Cristina Paz Campero revive pasajes de los 53 años de matrimonio con el reconocido autor de “La Virgen de las Sietes calles”. Intenta explicar los momentos perennizados en cada imagen fotográfica, pero mezcla con otras imágenes que se le vienen atropelladamente a la memoria. Habla rápido y sonríe a cada momento, producto de su nerviosismo al principio de la conversación, porque cree estar hablando demasiado de la vida íntima de su esposo.
¿Cómo lo conoció a don Alfredo? “Había una amistad muy grande las familias Flores y Paz Campero. Yo lo admiraba mucho, por lo que escribía y tenia mucha facilidad de palabra. Tuve la oportunidad de escucharlo en la Cámara de Diputados y también en las charlas que tenía en la casa con la familia”, dice.
No quiere dar mayores detalles, sólo se le desliza el hecho de haber bastante diferencia de edades. El era mayor que ella. “Realmente ha existido un cariño muy grande, hubo mucho entendimiento. Fue un matrimonio muy unido”.
Luego, con mayor confianza, se explaya al hablar de sus raíces familiares expandidas en las sociedades de Tarija, Cochabamba y Sucre. Se siente orgullosa de ser la nieta de Narciso Campero, Presidente de la República (1880-1884), pues al final de la entrevista nos habrá llevado done está el retrato del mandatario y muchos álbumes de finales del pasado siglo y principios de presente, con fotografías de sus antecesores.
“Hemos vivido mucho tiempo en La Paz, aunque en realidad vivimos más afuera, unos 30 años. Íbamos de un lugar a otro. Empezamos en la Argentina, cuando la Conferencia de la Paz del Chaco. Luego quedó diplomático allí. Después pasamos a Alemania, estuvimos durante la Guerra, de manera que nos tocaron los bombardeos; pero también vivimos épocas muy interesantes, porque siempre habían espectáculos sobre todo de música y ópera”, comenta.
¿Cómo era don Alfredo? “Era muy aficionado al arte. Empezó justamente aprendiendo pintura en la Argentina, pero lo deja, pintó pocas obras. Como periodista escribió mucho colaborando a su hermano Mario, en “La Noche” y Ultima hora”, También en “El diario”, “La Razón” y otros periódicos de la época. Conoció a don Adalberto Terceros, que es el padre de mi hija política, y trabajó en el periódico “La Ley”. El se especializó como internacionalista. Sus libros han sido traducidos a distintos idiomas, especialmente los cuentos “Hurtado” y “ Sargento Charupás” que han gustado mucho. Dos libros han sido traducidos al sueco y del sueco al danés, imagínense. También aparecieron en antologías del país, Alemania y Brasil”. Añade con entusiasmo.
Pese a su enorme trabajo, tanto en la Cancillería como en las embajadas, se daba tiempo para escribir, recuerda. “Tomaba su maquinita y viera usted la velocidad con la que escribía”, dice haciendo el ademán de teclear con los dos dedos índices.” Escribía más en la noche, porque no salía mucho, a no ser que fuera sus compromisos”.
Indica que tenía dos libros preparados, uno de cuentos, del cual fue publicado “La túnica” y una novela que se llamaba “ El barrio de San Francisco”. También estaba escribiendo “La agonía de don Ñuflo”.
Cristina Paz Campero, que en su juventud fue estenodactilógrafa, siempre vivió rodeada de un ambiente intelectual (su padre, Román Paz, era director de un periódico), aspecto que la unió aún más al diplomático y novelista. “De aprender algo me hubiera, gustado estudiar Filosofía e Historia”, añade la viuda, que a sus 83 años está escribiendo una especie de memoria de su vida, pero que todavía no está animada a publicar.
ASÍ NACIÓ “ LA VIRGEN DE LAS SIETE CALLES”
“Me contó que cuando llegó por primera vez a Santa Cruz de la Sierra, luego de haber vivido hasta los 18 años en la Argentina, un amigo lo llevó a pasear. En un momento de esos pasó una muchacha muy bella, que le impactó mucho. Su amigo le dijo que la llamaban la virgen de las siete calles por lo linda que era. Pero nunca más la vió o no tuvo ocasión . Entonces, lo que le quedó fue su cara de muchacha ingenua pura, rodeada de un ambiente machista, violento, donde había gente que se sentía dueña de vidas y haciendas”, dijo la esposa del novelista.
Los demás personajes, como Carlos Toledo, Juvenil Roca y las tías de Carlos, son creados por la ficción, pero se basan en tipos y caracteres de personas reales que conoció el novelista en la realidad, aclara Cristina Paz Campero . En la novela se describe la afición por la música que había en Santa Cruz. “Casi todas las casas de familia tenían sus pianos, que los traían de Europa y llegaban en las mulas pianeras, por tierra. Entonces, esta ciudad estaba más en relación con Europa que con el resto de Bolivia”, agrega. “ La virgen de las siete calles encarna el espíritu y lo que era la gente cruceña”, en opinión de la ciudad de Flores.
ESPOSO Y PADRE
“Era muy buena persona, tenía su carácter fuerte, algo dominador. No se imagina como organizaba todo, donde se encontraba trabajando lo primero que hacía era organizar para que todo marchara bien. Era muy puntual y disciplinado. Hay que reconocer que era bien enérgico pero también muy justo. Siempre empezaba dando el ejemplo. Era un hombre de hogar, no era una persona que le gustaba salir mucho afuera. Le gustaba enormemente la música, aunque no tocaba ningún instrumento. Primero comenzó con Wagner, después Beethoven, Mozart y los demás compositores. Le gustaba trabajar con música de fondo y eso le sacó mi hijo. Con ellos siempre fue enérgico, tenía educación a la antigua”.

ALFREDO FLORES (1899)
Escritor, político y diplomático, su libro La Virgen de las Siete Calles (Buenos Aires 1941) es la novela cruceña por excelencia. Costumbrismo sicológico relevante, pintoricismo vernáculo, narrativa flexible, precisa, airosa, jugosa e iluminada de sensualidad naturalista que no se queda en voluptuosidad elegante, sin descender un momento a lo grosero ni siquiera en las escenas más violentas destinadas a presentar el carácter voluntarioso, lascivo y bravucón del criollaje oriental. El libro es una prueba de cómo el naturalismo puede ser vigorosa y colorida autenticidad, sin recurrir al impacto brutal de basteza contundente

Augusto Guzmán

«LA VIRGEN DE LAS SIETE CALLES»
Altos cielos azules; templos de verdor; garridas mozas de ojos aterciopelados, el talle cimbreante, dicen muy bien del «pedazo de tierra sevillana», que dice bien, Flores. También así, como Juan Ramón Jiménez, Francisco Villaespesa y Ramiro de Maetzu, sintieron la poderosa influencia del verbo de Rubén, Flores enalteció la lengua que los españoles nos legaron y, devolvió a la Madre España, un castellano de la tierra de María Santísima, de Isbiliya, al decir de los mariscos.

Oscar Alborta Velasco

Era todo un hombre. Decir «Don Alfredo» era o es como pronunciar un sinónimo de caballero. Personalidad varia la suya. En el campo de la diplomacia actuó con sumo tino y elegancia. Como político —-dolencia de la generalidad de los bolivianos—- fue diputado varias veces y hasta llegó a ser candidato a la vicepresidencia de la República.
Su presea mayor empero, consistió en haber sido un señalado hombre de letras.
Hay que inscribir su nombre en el grupo de los más insignes escritores orientales, aliado de Gabriel René Moreno, Enrique Finot, Humberto Vásquez Machicado, Hernando Sanabria Fernández y Manfredo Kempff Mercado.

ALFREDO FLORES Y SU NOVELA «LA VIRGEN DE LAS SIETE CALLES»

Juan Quirós

DON ALFREDO FLORES SUAREZ: DIPLOMATICO, POLlTICO Y LITERATO
Aparte de las excelencias literarias que encierra esta novela, creo que es Iícito señalar otra virtud: La Virgen de las Siete Calles se convierte en un verdadero documento histórico que nos muestra el Santa Cruz de principios de siglo. …Todo aquel historiador que quiera hacer la historia de la vida cotidiana cruceña de principios de siglo tiene necesariamente que recurrir a esta preciosa novela de Alfredo Flores.

Alcides Parejas Moreno

UNA NOVELA DE NUESTRO ORIENTE: «LA VIRGEN DE LAS SIETE CALLES»
«La Virgen de las Siete Calles» es una verdadera novela. Y ser novela es mucho decir ahora; por la calidad del argumento, por la limpieza de la técnica y la variación del léxico nativo, este libro es una de las obras mejor escritas y más interesantes de nuestro país. En ella se advierte al escritor dueño del tema y del ambiente, que no se desboca, como otros, frente al paisaje, más bien lo esparce a través del libro y lo matiza con la descripción costumbrista y humana, porque el hombre, para el escritor refinado y sútil, también es paisaje.
…Hallo en Flores no sólo un cultivado y fino estilista sino un escritor de enjundia, con ligeras influencias de matices psicológicos de Carlos Reyles, cuyas novelas «El Terruño» y «La Raza de Caín» tiene algo parecido. Esto en simple forma escueta, no en el fondo, puesto que el novelista cruceño conserva el 90% de su tónica personal y del ambiente nativo, a pesar de que su vida transcurrió más fuera que dentro de su tierra.
También Flores tiene un gran sentido del humor. Es irónico, sin llegar a chistoso ni chabacano. La proporción equilibrada es la medida de sus personajes. Hay aciertos estupendos, como la figura del Prefecto, por ejemplo, donde la destreza y exactitud del retrato son admirables.
Al leer la novela —que es de las que «agarran» — el interés va en crecimiento sin llegar a una culminación. Nosotros hubiéramos querido algún desenlace sin escapadas a Buenos Aires. El establecimiento de Toledo en su tierra, como el personaje de «Dona Bárbara» de Gallegos por ejemplo.
Y aquí dejo el comentario y añado, de muy buena gana, que esta novela debería ser conocida por todos los que quieran saber algo más de su propia tierra.

Botelho Gosálvez

«DESIERTO VERDE» DE ALFREDO FLORES
«Hurtado», «En las sombras», «Martín Machado D’ Almeida», «El sargento Charupás» y «A comenzar de nuevo».
…Narración matizada con oportunas pinturas de ambiente, que muestran al autor como consumado escritor, diestro en el manejo de una descriptiva limpia, elegante y expresiva. Cuento —risueño en su remate insospechado— que muestra no sólo la figura del bandido, sino también la del camba fanfarrón que llegado el momento de enfrentar al asaltante, vuelve la grupa de su cabalgadura camino de la huída.
…Figura, índole y condición trazados con maestría, encarnan la singularidad de sus personajes que, por antonomasía caracterizan tipos generales representativos.
…Alfredo Flores con «Desierto Verde», se ubica entre los mejores narradores de la literatura nacional, y especialmente entre los que explotan temática de ambientes. Sin ser el único, es un raro escritor que desde su primera producción «Quietud de pueblo», muestra y demuestra la dignidad de un estilo supuestamente consumado, en la permanente y perfectible tarea intelectual de la creación literaria. Sensibilidad familiarizada con la selva virgen y desierta, bravía y dominadora, convertida en corriente artística, que vigorosa recorre en sus apasionantes relatos. La selva apacible y mansa, creadora de ensoñaciones románticas, está ausente de sus cuentos, que sólo muestran el paisaje hosco, agresivo y aleve de una naturaleza pródiga de sugestiones.

Armando Soriano Badani

«LA VIRGEN DE LAS SIETE CALLES»
Ya se ve en esta muestra la calidad del observador, del crítico inteligente y agudo, y del psicólogo intuitivo que es Alfredo Flores, que aparece sin embargo siempre imparcial y mesurado; tanto que de no traicionarlo públicamente en sus afectos, el tema pareciera tratado por un observador neutro y ajeno a la realidad cruceña de entonces. No teoriza casi nunca, no convierte a esa sociedad pequeña «patriarcal y tradicional» en pretexto para espetarnos sus propias convicciones políticas y morales.
…Es ese el ámbito en que tienen que juzgarse los valores de esta bella novela costumbrista. La descripción que se hace en ella de lugares, gentes y costumbres de una época, hecha dentro de un realismo teñido por lo romántico, su impecable estilo y el desarrollo equilibrado de su trama, ponen a esta narración a la altura de varias novelas costumbristas importantes, conocidas y comentadas en latinoamérica, como Don segundo Sombra, la Chaskanawi, Doña Bárbara y de ese celebrado cuento, La Miskki-Simi. Pero La Virgen de las Siete Calles las aventaja ahora en algo: el papel histórico que está empezando a ejercer en esta etapa crítica de despersonalización de lo cruceño. Con su carácter de obra testimonial limpia y amena ha empezado a releerse y a despertar nuevo interés, mostrando en los hechos que puede popularizar unas formas de vida definitivamente superadas, capaces sin embargo de contribuir eficazmente (y ese es el papel de la tradición), a ese encuentro de lo que somos sabiendo mejor lo que ya fuimos.

Herman Fernández

ALFREDO FLORES: UN DELICADO CRONISTA DEL ORIENTE
La aventura calcinante del estilo, la sequía, el azote pertinaz de la inundación, la mínima tragedia del amor aldeano y las historias de ciegos filósofos, bandidos intrépidos y nobles o arteras hembras, son algunos de los temas acerca de los cuales Alfredo Flores hace girar el colorido tiovivo de su prosa, siempre aguda y atenta a los elementos de la descripción sociológica y etnográfica para presentar, sin adornos pueriles, las íntimas particularidades del paisaje y de los tipos humanos de las tierras bajas bolivianas.
…Como oriundo del Oriente Boliviano y profundo conocedor de la idiosincrasia de sus paisanos, gracias en parte a las giras de juventud que solía realizar por los pueblos cruceños en campanas políticas que le valieron una banca en la Cámara de Diputados, Alfredo Flores refleja, con la sencilla poesía de las frases claras y sugestivas, con el firme boceto del perfil humano y de la naturaleza la esencia y la substancia de esas tierras tropicalizadas.

Miguel Angel Flores

“LA VIRGEN DE LAS SIETE CALLES»
Como elementos horizontales que son atravesados por la verticalidad del tema principal (amor -Zora -Carlos) están la crítica y denuncias: potentado que vende cambas. Políticos sin preparación. Manifestaciones de aprecio obligadas a los empleados públicos, que se dan a través del diálogo y los ejercicios del narrador directo que aparecen como eclosión de lenguaje poético: la descripción del camino a la hacienda, comparaciones del campo y la ciudad respecto a las actitudes y el modo de vida de los personajes como partes de la relación hombre-naturaleza. Una poesía que parte del lenguaje narrativo, sin hacerse una forma dentro de otra forma, sino una función el mismo, que se acomoda mejor en las descripciones de la naturaleza.

Julio de la Vega


«LA VIRGEN DE LAS SIETE CALLES»

Como se ve, el tema no puede ser más sencillo y esa sencillez resulta más porque está íntimamente unida al lenguaje usado por Alfredo Flores: evocativo, luminoso, húmedo, cuando describe a las gentes, cuando pinta el paisaje, cuando da calor a la novela. Hay una suave aurora emocional en la evocación, está palpitante el amor con que Flores describe el paisaje de «su» Santa Cruz, gusta la pasión con la que se refiere a esa hermosa región del país: ¡qué maravillosa vida la que se vivía entonces en ese pueblo cálido y acogedor! ¡Sin automóviles, sin radio, sin televisión, la gente recreándose con la visión interior de su alma, con la pureza casi primitiva de su corazón: sin zozobra, sin «droga», pero con amor!
El ambiente está magníficamente pintado: con palabras simples, con el aire local bien definido, las escenas del relato pasan dulcemente como el agua mansa de una acequia cristalina.

Saturnino Rodrigo

«QUIETUD DE PUEBLO»
No tenemos en Santa Cruz otro cuentista de la talla de Alfredo Flores. Porque es completamente diverso narrar que comentar; quizás hubo antes de ahora narradores, pero jamás críticos veraces y enjundiosos que hayan escudriñado el corazón del pueblo para enseñárnoslo desnudo. Con destreza clínica, Alfredo Flores, corta silbando un aire sentimental, por eso es que en su literatura en. ganosamente superficial, el científico descubre los síntomas de una neurosis prematura, resultado de la dolorosa lucha interior.
…Comprender el alma del pueblo, palparla saborearla, escucando al par el corazón, es labor paciente y ardua, que este psicólogo ha sabido allanar.
…En resumen, el libro que comentamos es al mismo tiempo que una obra literaria, un manual de psicología, donde se analiza y se crea, donde se ama y se piensa, y pues tiene el sabor de nuestra tierruca, querámoslo sin envidia ni recelo, como algo nuestro, muy nuestro.

Raúl Otero Reiche


HOMENAJE

«La Virgen de las Siete Calles», queda nomás como una fundación de la literatura cruceña».
…»No creo que a Flores se deba considerar un escritor «tradicionalista» (tal vez si en su primera obra, «Quietud de Pueblo»). Lo que hace Flores es un testimonio, una pintura sin intenciones. El «tradicionalista» intuye que está haciendo algo que le han trasmitido, para que se siga trasmitiendo, a su vez. En cambio Flores, no hace más que mostrar su época, tal vez con el ánimo de reflejar la sociedad tal como estaba».

Julio de la Vega

ALFREDO FLORES
Alfredo Flores es un escritor boliviano, actualmente en vida, quien cultiva con maestría el cuento, difícil género literario, con el que narra cosas de la región oriental de sus días, donde el pueblo de su nacimiento Santa Cruz de la Sierra, como la bella durmiente, reposa junto a las riberas del río Piraí. El autor imprime a sus cuentos un colorido tan fuerte y verdadero, especialmente cuando describe la naturaleza, los tipos y las costumbres, que uno vive en ellos la vigorosa sensación del trópico con asombrosa intensidad. Cuando pinta la vida pueblerina, lo hace con maestría de artista y evoca, en cortos y tajantes episodios, toda una vida del pasado cargada de añoranzas y de íntimas sugerencias. En sus libros, Flores, ha perpetuado tiempos que, pese a ser parte del presente en esa región boliviana, parecen arrancados de los románticos dominios de la leyenda. Flores es, sin duda, uno de los auténticos valores de la cuentística americana.

Axel Frische

COMENTARIOS POSTUMOS
LA VIRGEN DE LAS SIETE CALLES es una narración costumbrista fluida Y bien llevada, fina diríamos, de unos sucesos de esencia romántica que tienen lugar en la ciudad cruceña, allá por los arios de 1920, amores que significan aunque las apariencias y las murmuraciones insinúen otra cosa…
…LA VIRGEN DE LAS SIETE CALLES es obra escrita con elegancia y no poco señorío. Su verdadero héroe viene a ser la ciudad antigua y de costumbres muy propias, amada sin límites por el autor de la novela.

Carlos Castañón B.

ESTA NUEVA EDICION DE LA VIRGEN DE LAS SIETE CALLES
La nueva edición de la Virgen de las Siete Calles, es la mejor demostración de su valía literaria.
Su autor, Alfredo Flores, hombre público y hombre de letras —ha sido embajador, diputado y político de fuste— es un fino escritor, podríamos decir un clásico de la literatura oriental cuya temática domina Y expresa con vigoroso realismo.
En «Quietud de Pueblo» y en «Desierto Verde», libros de linaje azoriano por su concisión y elegancia, plantea el drama contenido, el hondo lirismo, ese algo estático y patético de los llanos de ayer adormecidos, hoy en vertiginoso desarrollo. Flores describe esa Santa Cruz que se está yendo, reemplazada por el trepidante desarrollo actual que la convierte en la segunda urbe de la
República.
«La Virgen de las Siete Calles» es la típica novela regional se trasunta los valores hunanos y estéticos de un pasado reciente, transido de emoción, de ternura. Tipos y costumbres están captados de mano maestra. Y la narración fluye tranquila y sabia con un estilo bien calibrado que revela al diestro conocedor de su medio y de su gente.
Alfredo Flores que ha compuesto también ensayos críticos y literarios, es uno de los mejores costumbristas nacionales, habiendo impuesto la novedad y veracidad del tema oriental. Su estilo remansado y noble nos transfiere a una Santa Cruz romántica que se va esfumando al empuje arrollador del progreso. La Virgen de las Siete Calles refleja fielmente ese mundo en desaparición que se añora por su paz virgiliana y la nobleza de sus tipos humanos.
El mundo inédito de las llanuras orientales, surge fuerte y veraz en esta novela cuajada de aciertos descriptivos. Una visión de la Bolivia antañona que hace vibrar las fibras del buen lector.

Fernando Diez de Medina

Los comentarios estan cerrados.